El interés en la música clásica en China comienza en lugares como Piano City.

De acuerdo a la revista Music Trades, publicada en Englewood, N.J., aproximadamente 40 millones de chicos en China toman lecciones de piano, y 50 millones estudian violín. Las ventas de pianos en China –las más fuertes del mundo– son de aproximadamente 200,000 al año, y podría doblarse para el año 2012. La apertura de la escuela con el nombre de Richard Clayderman es un ejemplo de la tendencia.

Los padres chinos instan a sus hijos a especializarse en la música instrumental con la misma ferocidad que los padres americanos instan a los suyos para jugar bien al futbol en una pequeña liga.

«La música clásica, en la mente China, es la cosa más sublime que puedes hacer», dijo Yuja Wang de 21 años, graduada del Instituto de Musica Curtis de Filadelfia, y una pianista muy buscada en los Estados Unidos. Aunque no todos los chicos crecen para ser Lang Lang o Yuja Wang, el número creciente de estudiantes de música está alimentando a una amplia apreciación por la música clásica.

Considerando la evolución del Festival de Música de Beijing
Yu Long, un director de orquesta y cofundador de la Orquesta Filarmónica de China, inició el evento de 20 días en 1998. Al principio, dijo, ha sido difícil interesar a las audiencias de Beijing en los compositores chinos contemporáneos; y ahora, ellos son una parte regular del espectáculo. La rutina del programa se caracteriza por los nuevos trabajos de compositores chinos e internacionales, incluyendo a Tan Dun y a Philip Glass.

El año pasado, el festival atrajo a Charles Dutoit y a Christoph Eschenbach de la Orquesta de Filadelfia como directores invitados. Ambos dirigieron a Lang Lang y a Dutoit con la Filarmónica China, y a Eschenbach con la Orquesta de Paris. Para entender cuán lejos ha llegado China, hay que considerar la visita de la gente de la orquesta de Filadelfia a China en 1973. En esos tiempos, estaba prohibido escuchar o tocar música clásica occidental. La orquesta tocó programas de buena música de Beethoven, Haydn, Schubert, Debussy, Dvorak y Brahms.

Había una profunda esperanza de que la gira produzca una relajación en la sociedad. Sin embargo, tan pronto como la orquesta se fue, comenzó otra ofensiva contra los compositores occidentales, con Beethoven y Schubert como objeto de ataque.

Sheila Melvin, quien reescribió “Rapsodia en Rojo: Como la música clásica occidental se orientalizó”, dijo que la ironía era que la Revolución Cultural solo estimuló un interés tardío en la música clásica occidental porque mientras que los compositores eran prohibidos, se alentaba a tocar los instrumentos.